
El arrojo al vacío se había dado y entramos al limbo terrenal, el sitio de los lamentos silenciosos, el llanto retenido o la falsa lágrima. El ambiente no podía sino ser tétrico, frío...aunque uno lo negara una parte del cuerpo tiembla.
Todo era un laberinto y a pesar de ello uno tenía que indicar antes al vigilante que entraría a perderse y tal vez nunca regresar (bendita burocracia).
Los pasillos se extendían de manera cruel como si no fuera suficiente saber que se iba al cadalso, cada vez más y más largo el sendero blanco con ilustraciones obscenas del fin de la vida, cada pintura era diferente.
Una mostraba la combinación de la indiferencia en la superficialidad a través del personaje de una mujer que con suciedad debajo de la ropa se volvió el juglar que ansioso quería convertirse la víctima de la muerte que evidentemente le era ajena.
En el fondo el Némesis de ese juego, la ternura viva en un extremo tan puro que los órganos internos se estrujaban…2 generaciones se miraban a los ojos, una con la piel cansada y con aliento prestado…la otra conociendo el amor de su pasado disfrazado de sentencia futura, tomaba la mano de la otra y le acariciaba el rostro lleno de grietas, aunque sus falanges parecían no distinguir la diferencia con una piel virgen, el contacto era el mismo, el sentimiento incluso más fuerte…la inesperada actitud ante el fin de algo era el visitante constante.
Con la seguridad en una mano y la otra aferrada a mi brazo Alejandra entró a uno de los cubos que llevaban a otra dimensión, Miguel como soldado abrió camino; su padre esperaba recostado en una cama que se avizoraba incomoda, mientras su hermana tomaba a su progenitor de los tobillos para que no se lastimara en una loca carrera.
El encuentro con la fe comenzó…una plegaria se repetía hasta perder sentido y en ese instante el viajero se detuvo a la mitad del camino. Observó fijamente a mis ojos…el terror me doblegó y tuve que desviar la mirada.
No sé lo que vi en esos ojos: una mezcla entre un grito de ayuda, un miedo contenido, una extrañeza… sólo una mirada perdida.
El tiempo límite concluyó a la par del encuentro con una tercera dimensión, la hora de la partida había llegado, miré al abismo y me retiré...veremos cuándo vuelve el desafío y si en esta ocasión no rehuyo.
En contraparte el encuentro con la vida; unos amigos que estuvieron a punto del homicidio conyugal hoy están juntos y tal vez el tocar fondo los haya hecho valorar el mantener su unión, de cualquier forma hicieron un llamado al Ghotte y un nuevo espíritu ha cometido la locura de enfrentarse a esta catarsis que llaman mundo, buena suerte y felicidades a los padres.
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